El titular de la noticia local dice: Un menor agrede a sus padres por
no comprarle de regalo un móvil. Los detalles son deprimentes. El
muchacho, de 16 años, en su furia, ha destrozado cuadros, muebles y enseres de
la casa. La policía lo lleva detenido. La familia, lo sabemos, es un lugar de
afecto, pero también un campo de batalla. En ocasiones, el peor, el más doloroso.
Caen las vigas del cielo cuando se levanta la mano contra la propia madre. Eso
inquieta siempre, pero también, en este caso, es perturbador el porqué la
mirada ha elegido enfocar esa noticia entre muchas otras: el móvil es un móvil.
Podría haber sido otra cosa, pero sabemos que ese móvil del móvil tiene algo
especial. Es un aparato y, a la vez, un instrumento mágico. Nos arroja de
bruces en la incertidumbre: estamos empantallados hasta las cejas y no sabemos cuánto de
progreso y cuánto de pesadilla nos espera. Cuánto hay de carrera y de escapada
en esta fascinación colectiva. Con el smartphone tenemos en la mano, por fin, la
sensación de poseer la vara mágica de los cuentos.
Sin llegar
a un extremo violento, ¿cuántas broncas no habrá habido, no hay cada día, por
la posesión infantil de ese rey indiscutible? Sí, es inquietante, pero no tan
sorprendente, pensar ahora en la imagen del adolescente enrabietado, fuera de
sí, por pertenecer, en nuestro “primer mundo”, a ese grupo marginal de los
desposeídos del poder mágico. En el nuevo medio ambiente virtual, no tener un
móvil, no estar metido en la pantalla, no estar en la carrera en las
aplicaciones, eso sí que es pobreza. En la sociedad empantallada, con televisión,
móvil, tableta, ordenador, ¿quién quiere ser pobre virtual?
La
principal explicación que dan la mayoría de los padres para comprar o facilitar
el smartphone a niños de 10 años o menos es la de
incrementar su seguridad. No es una razón nimia. A lo largo de la historia,
gran parte de los avances tecnológicos derivan de ese afán. Pero también
sabemos que hay seguridades muy inseguras. Aumentan los pequeños que sufren nomofobia: la angustia de
estar sin móvil y no saber qué hacer. Creo que argumentan mejor los padres que
facilitan esa tecnología a los menores con la intención de aprender de ellos.
Es tener un máster en casa. Niñas y niños tienen en las manos una vara mágica,
conectada a sus neuronas y a las yemas de los dedos. La mayoría de los adultos
lo que tenemos es un cacharro con el que pelearnos con más o menos torpeza.
Resume
el texto
Opina
sobre los móviles
Morfología de
La familia, lo sabemos, es un lugar de afecto, pero también un campo
de batalla.
La un
Familia , lugar
Lo de
sabemos, afecto
es
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Morfología de
Niñas y niños
tienen en las manos una vara mágica, conectada a sus neuronas.
Niñas una
vara
y mágica
niños conectada
tienen a
sus
en las
manos,
neuronas.
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Sintaxis
El caso del
chaval enfurecido es noticia
Con el móvil, poseemos la varita mágica de los sueños
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