
"Pronto hará tres meses que Ahmed se hace pipí en la
cama y que todas las mañanas pregunta a Rosy si su papá
va a venir a verle.
Simon, que siempre está al corriente de todo, dice
que el papá de Ahmed vendrá el día que se escape de la cár
cel y Rosy le dirige una de sus miradas y Simon abomba
el torso y pide a Rosy que le ate los cordones de las bam
bas, que siempre lleva desatados.
Rosy dice «conmigo no hace falta que te hagas el gallito».
Ahmed, Simon y yo compartimos la misma habitación.
La primera noche, Simon me dijo que me quedaría allí
al menos tres años y que me convenía untarle las tostadas
por la mañana y que si no lo hacía me haría la vida impo
sible.
Simon es así, le encanta hacerse el gallito, amenazar a
los demás, pero si le levantas un poco la voz, deja de dár
selas de listo.
La primera mañana unté de mantequilla la tostada y se
la aplasté en la nariz y él me tiró del pelo y yo también
y Rosy nos separó con su mirada terrible, «aquí ni hablar
de eso, o seréis castigados los dos», y Ahmed lloró porque
siempre tiene la impresión de haber hecho alguna trastada
y a veces Simon y yo nos aprovechamos y lo señalamos
con el dedo incluso cuando no ha sido él. "
Huérfanos
literarios
Oliver Twist (1838), David Copperfield (1849-50), Tom Sawyer(1876), Heidi (1880), El príncipe y el mendigo (1881), Huckleberry Finn (1884), El pequeño Lord (1885), David Balfour en Secuestrado (1886), Mogwli en El libro de la selva (1894), Dorothy, en El maravilloso Mago
de Oz (1900), Kim (1901),Rebecca la de la Granja Amarilla (1903), Ana de las tejas
Verdes (1908),
Sara, enEl Jardín Secreto (1911), Pollyanna (1913), Tarzán de los monos (1914), Emily, la de Luna Nueva (1923), las niñas de Zapatillas de ballet (1936) y demás libros de la serie, Pippi Calzaslargas (1945) y
Frodo del El Señor de los Anillos (1954), el huérfano ha venido manifestándose en
la narración de historias de forma constante. Esta presencia persistente en
muchas culturas explica, al menos en parte, por qué continúan los escritores de
hoy invocando en sus obras la figura del huérfano; así recientemente podemos
citar a Cat y Gwendolin Chant de la serie Chrestomanci de Diana Wynne Jones, Violet y sus hermanos en Una serie de
catastróficas desdichasde Lemony Snicket, James en James y el melocoton
gigante y
Sofía en El Gran Gigante bonachón, ambos de Roald
Dahl y Harry Potter de
la serie mundialmente famosa de J. K. Rowling.

Ilustración de David Copperfield de Harold Copping (1863-1932) y de Oliver Twist de Jessie Willcox Smith (1863-1935)

Dorothy y sus amigos de William Wallace Denslow (1856-1915) y Pipi y su caballo "Pequeño tío" de Ingrid Vang Nyman (1916-1959)

Frodo y demás acompañantes en la búsqueda del anillo. por los hermanos Hildebrandt, Greg (1939-) y Tim (1939-2006)
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"Aunque no voy a sostener que el nacer en un hospicio sea en sí mismo la más afortunada y envidiable

TEXTO 1
Capítulo 1 “...Evidentemente, esta consoladora perspectiva de esperanzas maternas no surtió el efecto apetecido. La paciente movió tristemente la cabeza y tendió la mano hacia su hijo. El médico lo depositó en sus brazos. Ella apretó ardientemente sus pálidos labios sobre la frente del niño, se pasó luego las manos sobre el rostro, miró en derredor con ojos extraviados, se estremeció, cayó de espaldas... y murió. Le frotaron el pecho, las manos y las sienes; mas la sangre se había detenido para siempre. Antes habían hablado de esperanza y de consuelos. Hacía mucho tiempo que éstos eran desconocidos para ella. - ¡Todo ha terminado, señora Thingummy! —dijo el médico, al cabo. - ¡Ah! ¡Pobrecita! Ya lo veo —murmuró la enfermera, recogiendo el tapón de la botella verde, que se había caído sobre la almohada al tiempo de inclinarse a levantar al niño—. ¡Pobre mujer! - No os molestéis en mandar por mí si el niño llora —dijo el médico, poniéndose los guantes con gran parsimonia—. Es muy probable que esté molesto. En ese caso, dadle un poco de papilla —se puso el sombrero y, deteniéndose junto a la cama, camino de la puerta, añadió—: Era guapa la muchacha... ¿De dónde vino? - La trajeron anoche —respondió la vieja— por orden del visitador. La encontraron tendida en la calle. Debió de haber andado mucho, pues traía los zapatos destrozados; pero nadie sabe de dónde venía ni adónde iba. Se inclinó el doctor sobre el cadáver y le alzó la mano izquierda. - ¡Lo de siempre! No hay anillo de boda. ¡Ah! ¡Buenas noches! Se fue el médico a cenar, y la enfermera, tras haberse aplicado una vez más a la verde botella, se sentó en una silla baja delante del fuego y comenzó a vestir al infante. ¡Qué excelente ejemplo, el joven Oliver Twist, del poder de los vestidos! Liado en la colcha que hasta este momento fuera su único abrigo, lo mismo podría haber sido el hijo de un noble que el de un mendigo; difícil le hubiera sido al más soberbio desconocido asignarle su puesto adecuado en la sociedad. Mas ahora, envuelto ya en las viejas ropas de percal, amarillentas de tanto uso, quedó clasificado y rotulado, y al instante ocupó su debido lugar: era el hijo de la parroquia, el hospiciano huérfano, el galopín humilde y famélico que ha de ser OliverTwist abofeteado y tundido a su paso por el mundo, despreciado por todos y por nadie compadecido. Oliver lloraba con fuerza; mas si hubiera podido saber que era un huérfano a merced de las indulgentes gracias de capilleros y limosneros, acaso hubiera llorado mucho más.
TEXTO 2 Capítulo 2 “(...) ya que en el preciso instante en que un niño había logrado existir con la más reducida porción posible del más flojo alimento, tristemente acontecía, ocho casos y medio de cada diez, que enfermaba de hambre y de frío, caíase al fuego por descuido o medio se asfixiaba por accidente, en cualquiera de cuyos casos el desventurado ser era llamado al otro mundo, donde se reunía con los padres a quiénes nunca había conocido.” Págs. 15. (...) El niño que lleva por nombre Oliver Twist cumple hoy nueve años. - ¡Dios le bendiga! —exclamó la señora Mann, irritándose el ojo izquierdo con la punta del delantal. Pensar con el cine Claqueta – Ciclo Superior © Irene de Puig - GrupIREF 18 - Y, a pesar de haber ofrecido una recompensa de diez libras, posteriormente aumentada a veinte, a pesar de los superlativos y casi diré sobrenaturales esfuerzos realizados por parte de la parroquia —dijo Bumble—, no hemos podido averiguar quién es el padre, ni tampoco el domicilio, nombre ni condición de la madre. La señora Mann alzó sus manos con asombro; mas, tras un instante de reflexión, añadió: - ¿Cómo es, entonces, que el niño tiene nombre siquiera? Se irguió el celador con orgullo y contestó: - Porque yo lo inventé. - ¿Vos, señor Bumble? - Yo, señora Mann. A nuestros recogidos les damos un nombre por orden alfabético. Al último le correspondía la ese, y lo llamé Swubble. A éste, la te, y le puse Twist. El que venga detrás será Unwing, y el siguiente, Vilkins. Tengo nombres a la medida hasta terminar el alfabeto, y al llegar a la zeta, vuelta a empezar.” (Charles Dickens. Las aventuras de Oliver Twist, www.puntodelectura.com Págs. 19-20) • DERECHO/S a los cuáles hace referencia este fragmento...................................................... TEXTO 3 Capítulo 2 “(...) La habitación donde comían los niños era una amplia sala de piedra, con un perol en un extremo, del cual el director, ataviado con un delantal al efecto, y auxiliado por una o dos mujeres, servía las gachas a la hora de comer. De esta gozosa mezcla se le daba a cada niño una escudilla, y nada más, excepto en ocasión de alguna gran festividad, en que se les otorgaban dos onzas y un cuarto de pan más. No era preciso lavar los cuencos, ya que los niños los pulían con sus cucharas hasta sacarles brillo, y al terminar esta operación —en la que no tardaban mucho, por ser las cucharas casi del mismo tamaño que las escudillas—, se sentaban mirando fijamente el caldero, con ávidos ojos, que parecían devorarlo, entreteniéndose, entretanto, en chuparse los dedos con la mayor fruición, a fin de recoger las salpicaduras de gachas que pudieran haber quedado en ellos. Por regla general, los niños gozan de excelente apetito. Oliver Twist y sus compañeros sufrían desde hacía tres meses las torturas de aquella lenta inanición; por último, se hizo tan voraz y desaforada su hambre, que uno de los chiquillos, bastante alto para su edad, y que no estaba acostumbrado a aquello, puesto que su padre tuvo una pequeña casa de comidas, anunció secretamente a sus compañeros que, si no le daban otro plato de gachas per diem, tenía miedo de llegar a comerse al niño que dormía junto a él. Tenía la mirada extraviada, hambrienta, y le creyeron sin reserva. Se celebró consejo; se echó a suertes quién debería acercarse al director después de cenar aquella noche para pedirle más, y le tocó a Oliver Twist. Llegada la noche, los niños ocuparon sus puestos. El director, con su uniforme de cocinero, se colocó junto al caldero; se pusieron tras él sus míseras auxiliares, se sirvieron las gachas y se pronunció una larga jaculatoria sobre el escaso público. Desaparecidas las gachas, cuchichearon los chiquillos entre sí e hicieron una seña a Oliver, mientras sus contiguos vecinos le daban con el codo. No obstante su niñez, se sentía rabioso de hambre, hostigado por su desdicha. Se levantó de la mesa y, avanzando hasta el director con la escudilla y la cuchara en la mano, dijo, algo asustado de su temeridad: - Por favor, señor; quiero un poco más. El director era un hombre robusto y saludable; pero se quedó pálido. Contempló estupefacto al pequeño rebelde durante unos segundos, y luego tuvo que asirse al caldero para no caerse. Las ayudantas se quedaron paralizadas de asombro; los niños, de temor. - ¡Cómo! —exclamó, al cabo, el director con voz débil. - Por favor, señor —repitió Oliver—; quiero un poco más. El director descargó un golpe con el cucharón sobre la cabeza de Oliver, le cogió del brazo y llamó a gritos al celador.
"La Junta se hallaba reunida en cónclave solemne cuando el señor Bumble penetró precipitadamente en la estancia, presa de gran excitación, y, dirigiéndose al caballero de la elevada silla, dijo: - ¡Señor Limbkins, perdonadme...! ¡Oliver Twist ha pedido más! Hubo un sobresalto general. Se pintó el horror en todos los semblantes. - ¿Más? — exclamó el señor Limbkins—. Calmaos, Bumble, y contestadme concretamente. ¿Debo entender que pidió más, después de haberse comido la ración asignada por el reglamento? - Así ha sido, señor —respondió Bumble. - Ese niño acabará ahorcado —exclamó el caballero del chaleco blanco—. Estoy completamente convencido de que ese niño acabará en la horca.”
TEXTO 4 Capítulo 3 “Durante una semana después de cometido el impío e irreverente ultraje de pedir más comida, Oliver permaneció preso e incomunicado en la oscura y solitaria habitación donde le llevaron la sabiduría y misericordia de la Junta.” (
la fórmula de los niños huérfanos
La fórmula de los niños huérfanos
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Huérfanos literarios (y cinematográficos)
Calabacín es
el curioso mote de un niño huérfano de 9 años. Tras la muerte de su madre,
Calabacín se hace amigo de un policía llamado Raymond, que le acompaña a su
nuevo hogar de acogida donde viven más huérfanos. En un principio no se lleva
muy bien con el resto de los niños, pero ..
La película es la ópera prima de Claude Barras,
y está escrita por Céline Sciamma (directora de 'Girlhood' y 'Tomboy'). Es una
adaptación de la novela de Gilles Paris 'Autobiografía de Calabacín'. Aún sin
haberse estrenado se convirtió en la película de animación más premiada de 2016.
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Fotografía Los niños del agua Zena Holloway
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