Juan Ruiz, arcipreste de Hita y su Libro de Buen Amor
El Libro de Buen Amor es la obra más importante del mester de clerecía del siglo XIV. El ascenso de la burguesía en las ciudades introduce nuevos valores además de los estrictamente religiosos: el goce de los placeres de la vida o las relaciones amorosas que tienen su reflejo en la literatura. La obra de Juan Ruiz muestra ese mundo burgués en que se mueve el poeta.
(1) goliardesco: se refiere a los goliardos, término que se utilizó durante la Edad Media para designar a algunos estudiantes y clérigos vagabundos que llevaban una vida apicarada y licenciosa. Muchos de ellos escribían composiciones en latín medieval en las que se cantaban los placeres del vino, de la buena mesa y del sexo.
(2) prelados: eclesiásticos.
(3) soldaderas, troteras: rameras y alcahuetas.
Al igual que ocurre con Berceo, los pocos datos biográficos que tenemos de Juan Ruiz proceden de su obra. Así, en el códice de Salamanca (uno de los tres en que se ha conservado el Libro de Buen Amor) se lee.

Monje copista (joseguadalajara.com)
También encontramos el siguiente verso: «Fija, mucho vos saluda uno que es de Alcalá«, lo que lleva a pensar que el poeta nació o vivió mucho tiempo en Alcalá de Henares.
Aunque se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, se supone que tuvo lugar a finales del siglo XIII. Algunos críticos piensan que se educó en Toledo, ciudad que, como sabemos, era centro de la confluencia árabe, hebraica y cristiana, lo que explicaría los amplios conocimientos que muestra el Arcipreste en su obra de las tres religiones y culturas.
Él mismo nos dice que acabó de componer su obra estando preso en la cárcel de Toledo por mandato del arzobispo de aquella ciudad, don Gil de Albornoz, si bien se ignoran las causas que pudieron llevarle a prisión.
Si nos interesa conocer algo más sobre el autor, podemos leer este artículo del especialista en literatura medieval española Alan Deyermond donde defiende una hipótesis sobre quién fue Juan Ruiz.
El Libro de Buen Amor tiene como tema central el amor referido, unas veces a Dios y otras al amor mundano. Consta de más de siete mil versos y aunque aparentemente carece de unidad, su forma autobiográfica unifica los diversos materiales y episodios.
Unos críticos defienden que esta obra debe entenderse en un sentido moralista: el arcipreste reprende a los demás indicándoles que van a la perdición si siguen lo que él está denunciando; por tanto, Juan Ruiz se pone como ejemplo solo para que los demás «escarmienten en cabeza ajena», ya que él fue un hombre íntegro, lejos de cualquier tentación. Sin embargo, esta última postura parece difícil de defender a ultranza tras la lectura de la obra, por cuanto Juan Ruiz describe de manera tan detallada y documentada sus aventuras amorosas, los placeres de la mesa, la jocunda alegría de vivir que cuesta trabajo creen que lo hiciera sin una experiencia directa. Más bien parece que la controversia se produce aplicando unas consideraciones morales más propias de nuestros días que de la época convulsa y contradictora en que se mueve el arcipreste, la misma época que reflejan Boccaccio en Italia y Chaucer en Inglaterra.
Si no podéis resistir más sin leer la obra, no lo dudéis. Hay tres opciones:
- Opción para valientes: podéis leer el Libro de buen amor en versión original y enterito.
- ¿Demasiado para vosotros? Selección de fragmentos en versión original.
Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
si pudieras, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
cabellos amarillos no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claras y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes (fíjate)
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
iguales y bien blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.
La su boca pequeña, así, de buena guisa
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa,
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
no olvides tal mujer, su ventajas acuerda.
Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda,
y para ello hace falta mensajera no lerda.
Hay tres cosas que tengo miedo de descubrir,
son faltas muy ocultas, de indiscreto decir:
de ellas, muy pocas mujeres pueden con bien salir,
cuando yo las mencione se echarán a reír.
Guárdate bien que no sea vellosa ni barbuda
¡el demonio se lleve a la pecosa velluda!
Si tiene mano chica, delgada o voz aguda,
a tal mujer el hombre de buen seso la muda.
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