5 metáforas en canciones que hacen que me explote la cabeza
A veces uno se encuentra con canciones plagadas de metáforas. A veces no hay ninguna en toda la canción. A veces toda la canción es una metáfora. Y a veces una metáfora acertada hace clic en tu cabeza y consigue iluminar toda la canción. Hoy te traigo simplemente —y ese simplemente no puede ser más irónico— 5 metáforas en canciones de esas que hacen clic.
¿Qué es una metáfora?
No me gusta ponerme escrupuloso con la teoría y las definiciones, porque cada uno tiene derecho a llamar a las cosas como le dé la gana. Quiero dejar esto claro desde el principio. Porque ahora te diré cuál es mi definición, pero me parece algo secundario. Anecdótico, incluso. Intrascendente, si me apuras. Me explico.
Imagínate que estás escribiendo una canción, probando cosas con la guitarra. ¿Te gusta cómo suena lo que estás tocando? Eso es lo importante. ¿Sabes cómo se llama cada uno de los acordes que estás tocando? Eso es secundario.
Conocer los nombres de las herramientas con las que trabajas va a hacer que trabajes mejor, por supuesto. Pero eso no significa que sea imprescindible. Sin embargo, que te guste cómo suena lo que estás tocando sí que lo es.
Pues volviendo a lo de la definición… Para mí una metáfora es un choque de ideas que aparentemente no están relacionadas entre sí. La metáfora, interpretada al pie de la letra, tiene que ser mentira. De ahí el choque. Y funciona cuando descubres cuál es la conexión oculta entre esas dos ideas. Lo que ocurre entonces es que ese choque genera una explosión interesante en tu cabeza. De eso es de lo que vamos a hablar aquí. De ideas que chocan y te vuelan la cabeza.
Vamos a poner la lupa sobre algunos versos concretos, pero no pierdas de vista el contexto que los rodea, que también es importante.
Ejemplos de metáforas en canciones
Insurrección (El Último de la Fila)
Observa la línea con la que comienza el primer preestribillo:
Barras de bar, vertederos de amor.
Os enseñé mi trocito peor.
Retales de mi vida,
fotos a contraluz.
Si vamos en orden, lo primero que nos encontramos es barras de bar, vertederos. Esto, por sí solo, ya es una metáfora potente. Pero es que vertederos de amor me parece maravillosa. El contraste entre dos conceptos tan antagónicos como vertederos y amor es brutal. Y todo junto ya se convierte en una metáfora al cubo. Imagínate la que se prepara cuando una de estas explota.
Estrellitas y duendes (Juan Luis Guerra)
Ojo con el primer verso del estribillo:
Me tosté en tus mejillas,
como el sol en la tarde.
Se desgarra mi cuerpo,
y no vivo un segundo
para decirte
que sin ti muero.
Esa primera línea tiene bastante más miga de la que parece. Para empezar, tenemos el verbo tostar aplicado a una persona. Bien, ahí ya tenemos un choque de ideas. Pero es que el remate de en tus mejillas me mata. Después del verbo tostar uno espera encontrarse una tostadora, una plancha, una parrilla… Pero no, de repente aparecen ahí tus mejillas, un complemento inesperado que produce un segundo choque y multiplica la onda expansiva.
De tanto que lo intenté (Quique González)
Vámonos al cuarto verso de la primera estrofa:
Hoy prefiero salir a ganar a quitarme de en medio.
Hoy prefiero empezar a pensar que me quedo de paso.
Asustado de ser lo contrario de lo que soñé.
Con las manos manchadas de barrio,
con el gesto cansado de tanto que lo intenté.
Por 5 gallifantes, cosas que manchan: la tinta de calamar, el vino tinto… y el barro, sí. ¿Pero el barrio? Es obvio que el parecido sonoro entre barro y barrio ejerce de gancho, porque das por sentado que vas encontrarte con una palabra y en la última sílaba descubres que es otra. Es un plot twist lingüístico. Pero no deja de ser alucinante cómo se agiganta el significado de toda la frase añadiendo una simple i. La i más rentable del rock español.
Y sin embargo (Joaquín Sabina)
Fíjate en la línea que abre el primer preestribillo:
Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.
Este preestribillo está repleto de metáforas. En varias de ellas el primer elemento es fijo —una casa sin ti— y el segundo va cambiando. Y de todos ellos, mi favorito es el que tiene menos palabras —una emboscada—. Porque utilizando un concepto sencillo consigue crear una imagen muy compleja. Una emboscada es, entre otras cosas, algo que no ves venir, y que se organiza con el objetivo de hacerte daño. Eso es para Sabina una casa sin ti. ¿No es precioso?
1999 (Love of Lesbian)
Atención al final del primer verso de este puente:
Y al subir al taxi mis palabras son vapor de cristal.
Y me dejo el alma cuando escribo en la ventana
«que sea cierto el jamás».
¡Oh, cállate!
Aquí tengo dudas, lo reconozco. No sé si me gusta más que las palabras sean vapor o que el vapor sea de cristal. Se me ocurren tantas formas de interpretarlo que no sé con cuál quedarme. Voy cambiando, depende del día. Lo que es indudable es que la combinación de estos tres elementos —palabras, vapor y cristal— es una bomba nuclear. Una metáfora atómica, ya que estamos.
Reflexión final
Y hasta aquí por hoy. Ya ves que, la mayoría de las veces, se trata de coger un par de ideas sencillas y conectarlas en el lugar adecuado. Esas ideas por separado puede que no te digan nada, pero juntas a lo mejor hacen clic. Prueba y me dices.
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