Lo saben
Si tienes menos de 8 años, deja de leer esto inmediatamente. Voy a hacer saltar por los aires el tabú. Voy a hablar de ese tema.
Si tienes más edad, ya sabes a qué me refiero: mis hijos (7 y 4) han empezado a hacer preguntas incómodas. No hablo del embarazo ni del divorcio, sino de algo mucho más difícil de manejar: los Reyes Magos.
Comenzó el mayor. Hace un par de meses, con ojillos suspicaces y actitud desafiante, el niño me soltó a bocajarro:
—No será que los padres traen los regalos y luego nos mienten ¿No?
—¡Por supuesto que no! — respondí, rehuyendo su mirada y sobreactuando— ¿Qué tonterías dices? ¿A quién se le ocurre? ¡Por favor!
Él me escudriñó el alma con sus pupilas, reflexionó un poco y finalmente concluyó:
—No, claro. Mi madre y tú no tienen tanto dinero.
Suspiré aliviado. Pero semanas después, volvió a la carga, ahora enfrente de su hermana:
—Papá ¿Existen los Reyes Magos?
—¡Claro que sí!
—¿De verdad?
Vacilé. Palidecí. Pero entonces, mi pragmática niña salvó la situación:
—Si no existieran, no traerían regalos ¿Comprendes?
Y el otro, consciente de los riesgos, cambió de conversación.
Hasta ese día, yo creía tener el control. Suponía que guardaba intacto para mis chicos el último reducto de fantasía, antes de que la gris realidad inundase su mundo. Ahora comprendo que lo saben, pero callan para no decepcionarme.
A veces, la niña me mira tiernamente, y adivino sus pensamientos:
—Pobre Papá. Si le cuento la verdad, se morirá de pena.
Si tienes menos de 8 años, deja de leer esto inmediatamente. Voy a hacer saltar por los aires el tabú. Voy a hablar de ese tema.
Si tienes más edad, ya sabes a qué me refiero: mis hijos (7 y 4) han empezado a hacer preguntas incómodas. No hablo del embarazo ni del divorcio, sino de algo mucho más difícil de manejar: los Reyes Magos.
Comenzó el mayor. Hace un par de meses, con ojillos suspicaces y actitud desafiante, el niño me soltó a bocajarro:
—No será que los padres traen los regalos y luego nos mienten ¿No?
—¡Por supuesto que no! — respondí, rehuyendo su mirada y sobreactuando— ¿Qué tonterías dices? ¿A quién se le ocurre? ¡Por favor!
—¡Por supuesto que no! — respondí, rehuyendo su mirada y sobreactuando— ¿Qué tonterías dices? ¿A quién se le ocurre? ¡Por favor!
Él me escudriñó el alma con sus pupilas, reflexionó un poco y finalmente concluyó:
—No, claro. Mi madre y tú no tienen tanto dinero.
—No, claro. Mi madre y tú no tienen tanto dinero.
Suspiré aliviado. Pero semanas después, volvió a la carga, ahora enfrente de su hermana:
—Papá ¿Existen los Reyes Magos?
—¡Claro que sí!
—¿De verdad?
—Papá ¿Existen los Reyes Magos?
—¡Claro que sí!
—¿De verdad?
Vacilé. Palidecí. Pero entonces, mi pragmática niña salvó la situación:
—Si no existieran, no traerían regalos ¿Comprendes?
—Si no existieran, no traerían regalos ¿Comprendes?
Y el otro, consciente de los riesgos, cambió de conversación.
Hasta ese día, yo creía tener el control. Suponía que guardaba intacto para mis chicos el último reducto de fantasía, antes de que la gris realidad inundase su mundo. Ahora comprendo que lo saben, pero callan para no decepcionarme.
A veces, la niña me mira tiernamente, y adivino sus pensamientos:
—Pobre Papá. Si le cuento la verdad, se morirá de pena.
—Pobre Papá. Si le cuento la verdad, se morirá de pena.
Cuestiones
-significado de. Tabú
/suspicaces/escudriñó/pragmática / reducto
-resumen
-interpretación
¿Lo saben los niños del artículo?
¿Qué siente el padre
Opinión
?¿Qué te trajeron?
¿Cuándo dejaste de creer?
¿Se abandona la infancia cuando se deja
de creer? ¿Se pierde algo?
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