Carlos Alvar, catedrático de Literatura, dirige la Gran Enciclopedia Cervantina, de la que acaba de publicarse el IX volumen. Un trabajo que pretende reunir todo el saber sobre el escritor y su obra. El filólogo desgrana hoy, en el IV centenario de la muerte del novelista, las claves que hacen de «El Quijote» un libro universal.
Cuando los homenajes acaben, las exposiciones desmonten por fin sus vitrinas, las funciones teatrales terminen, y la gente devuelva el nombre de Miguel de Cervantes al discreto retiro que supone el olvido, lo que quedará de este aniversario será la «Gran enciclopedia Cervantina», una empresa hecha en silencio, con la discreción que rodea a los trabajos universitarios y de la que hace escasos días se presentó el IX volumen. Una obra ambiciosa, hecha con más voluntad que apoyos ,y dirigida por Carlos Alvar, catedrático, director del Centro de Estudios Cervantinos de Alcalá de Henares y profesor que ejerce la docencia en Ginebra, explica, en este año que conmemora al escritor, las claves para entender su obra magna, «El Quijote», para que esta celebración no quede sólo en un festival de actos.
- ¿Por qué es tan importante «El Quijote»?
«Es la primera novela, la fuente de la que beben todos los escritores. El modelo que sigue la novela durante los siglos XVIII, XIX, XX y XXI. Harold Bloom, que habla del canon occidental, asegura que uno de los pilares es Shakespeare y el otro, Cervantes. Todos los autores reconocen haber aprendido de ellos. “El Quijote” tiene una riqueza extraordinaria que se aprecia de forma diferente cuando eres joven que cuando eres mayor. En la juventud, te quedas con las anécdotas; en la madurez, con los pensamientos, las conversaciones y las reflexiones sobre literatura, de las que está lleno el libro. Al que le gusta “El Quijote”, le gusta a cualquier edad».
- ¿Representa el carácter español?
«Es una discusión que se ha planteado. Hasta qué punto lo representa, pero yo no creo que los españoles sean idealistas. Tampoco creo en los estereotipos. Los ingleses, que fueron los primeros impulsores, vieron en esta obra el delirio belicoso de los españoles y su tendencia a defender causas imposibles. Realmente, “El Quijote” tiene muchas caras. No representa el espíritu de un pueblo».
- ¿Es una burla de los libros de caballería?
«Sí, eso es cierto, pero también es una burla del sistema social, del comportamiento, de una serie de actitudes y, posiblemente, mucho más de lo que vemos... de la ciudad de Toledo y de sus habitantes. Hay una burla de la actitud de los intelectuales, una burla del bachiller, el barbero, el cura... pero también es un libro que funciona a varios niveles. Aparte de las aventuras, cuenta con una extraordinaria riqueza de diálogos. Debemos diferenciar la técnica literaria y el contenido y valorar cómo se adecúan las dos cosas».
- ¿Es un debate entre el idealismo y la realidad?
«Hay un enfrentamiento entre la visión idealista de don Quijote y la mirada realista de Sancho. Es un hallazgo de Cervantes, que presenta dos personajes dispares y establece un diálogo entre ellos».
- En la segunda parte, don Quijote se enfrenta a sus lectores
«En el segundo volumen hay una verdadera novedad técnica y literaria. Lo interesante de esta continuación es que los personajes que aparecen en el libro ya han leído la primera parte de «El Quijote» Para esos lectores, el protagonista del libro era un personaje de ficción, pero, de pronto, se encuentran con él de manera real. De repente, ven, en carne y hueso, el personaje de ficción. Esto es un juego. Una ficción dentro de la ficción. Cuando don Quijote escucha en una venta que uno lee su historia, él se queda muy sorprendido. Se entera de cosas que son falsas, porque es “El Quijote”, de Avellaneda». Por eso dice que se va a Barcelona, en vez de Zaragoza. Hay una técnica de la ficción dentro de la ficción.
- ¿Hay una influencia de «El Quijote», de Avellaneda?
«La segunda parte de “El Quijote” está escrita a raíz del de Avellaneda. No se puede ignorar. La idea de un falso don Quijote, de que alguien lo ha suplantado, es un elemento importante. Pero casi no habría que hablar de Avellaneda. Es el juego de un falsario, de alguien del círculo de Lope de Vega, que pretende quitarle el prestigio a don Quijote y el dinero a Cervantes. De nuevo, es la literatura dentro de la literatura. Aquí se produce un conflicto en la narración entre el Quijote de Cervantes y el de Avellaneda. Por eso, Cervantes defiende a su persona y a su personaje».
- ¿«El Quijote» influye en la enemistad con Lope?
«No sabemos lo que pudo pasar entre Miguel de Cervantes y Lope de Vega. Fueron enfrentamientos literarios. Eran amigos y, de pronto, surge entre ellos una enemistad, un encono violento, pero no sabemos el motivo. Puede que Lope de Vega sintiera que «El Quijote» se burlaba de él... casi seguro que sí, que había elementos en la novela que no le hacían gracia. De hecho, en el caso de “El Quijote”, de Avellaneda, el prólogo es realmente insultante y la respuesta que hace Cervantes a él es muy dura».
- ¿La Mancha es un territorio figurado?
«Todo puede ser. Ahí cada cual lo puede tomar como quiera. Pero La Mancha es un territorio real y tiene que ser real, porque, de otra manera, la parodia no tiene gracia. La parodia necesita un territorio real. La Mancha no puede pertenecer a un territorio de la imaginación porque se alejaría de los hechos, los acontecimientos. La región de La Mancha, puede ser todo lo amplia que se quiera, casi desde Sierra Morena hasta Toledo, o más restringida, pero realmente es una geografía concreta, lo que no quiere decir que las aventuras sean concretas. Es un absurdo pretender que don Quijote haya ido por unos caminos determinados y que cada día recorra 50 kilómetros. El territorio es real, pero el personaje se puede desplazar 300 kilómetros, si lo desea el autor, para situarlo en un pueblo. Eso da igual. No tiene por qué ser real».
- ¿En qué consiste la locura de don Quijote?
«Tenemos que dividir la locura de don Quijote en dos aspectos. El primero, que se ha vuelto loco por leer libros de caballerías. Desde este punto de vista es lo que hoy llamaríamos un friki. Cuando uno ve, por ejemplo, la serie de “Big Bang Theory”, no dejan de ser una pandilla de locos maravillosos, pero son unos frikis y, esto es lo relevante, no saben qué es el mundo. El doctor House es igual. Pero en el caso de don Quijote también está presenta otra locura, que no es sólo haber leído libros de caballerías y que se crea que es verdad todo lo que se dice en ellas. Esta segunda locura es que se llega a creer que se puede cambiar el mundo según las reglas de los libros de caballerías. Y esto es lo que le hace sufrir y no lo puede cambiar».
«Los adolescentes no leen “el quijote” porque no leen nada»
Carlos Alvar lo dice con claridad: «¿Por qué los adolescentes no leen “El Quijote”? Porque en general no leen nada. No se entiende que no seamos capaces de hacer un sacrificio para la que es una de las obras maestras mundialmente reconocida. Nos hemos acostumbrado a adquirir las cosas sin sacrificio y eso es un error. ¿Por qué ha llegado a ser “El Quijote” tan importante? Porque los ingleses y los franceses, y más tarde los alemanes, encontraron que era una obra interesante. Y es posible que a algún español le parezca lo mismo. Hay gente que lo lee, pero esa aversión que tenemos a nuestros clásicos... podríamos hablar de Lope de Vega. ¿Por qué se programa más a Shakespeare que a él? Lo que se ha hecho de Cevantes en el teatro nacional es poca cosa. No hay una capacidad de apreciar la calidad de “El Quijote’’». Hay dejadez, falta de imaginación y desinterés. Si no aceptamos el pasado, perderemos las raíces y seremos un pueblo sin memoria».
El idealismo de Don Quijote
"Píntola (a Dulcinea) en mi imaginación como la deseo"
Sanchificación y Quijotización
La mirada kafkiana
"Al correr de los años, y gracias a una gran cantidad de novelas caballerescas y picarescas leídas en las horas vespertinas y nocturnas, Sancho Panza —quien por lo demás nunca se vanaglorió de ello— consiguió despistar de tal modo a su demonio —al que luego daría el nombre de Don Quijote—, que este acometió como barco sin remos las más locas hazañas, las cuales, no obstante, por falta de un objeto predestinado —que justamente hubiera debido ser Sancho Panza—, a nadie perjudicaron. Sancho Panza, un hombre libre, acompañó sereno a Don Quijote en sus andanzas, quizás por un cierto sentido de la responsabilidad, y obtuvo de ello una muy grande y útil diversión, hasta el fin de sus días."
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